8-M: A por una igualdad real
En el mundo occidental celebramos el 8-M como una jornada reivindicativa que, en noble empeño, mira a las evidentes desigualdades en nuestro mundo rico y no debe de dejar la lucha por el muy desgraciado, injusto y hasta creciente desequilibrio dentro de ese 85% de la población mundial que sobrevive con menos de 700 euros mensuales. Sí: sólo un 15% del mundo ingresa (ingresamos, generalmente), más de esa cifra que, por otra parte, marca el umbral de la pobreza. Por tanto, es necesario reivindicar y es imprescindible solidarizarse, especialmente, con los más débiles (generalmente, las más débiles y, por desgracia, no sólo en términos económicos) de nuestros conciudadanos.
Antes como ideal y ahora incluso por ley, algunas empresas han tenido que implantar los denominados planes de igualdad, entre ellos el nuestro. Por desgracia, aquí todo lo bueno a lo que obliga la ley se hace con desgana, acaba acercándose al paripé y, chicos, chicas, para eso no hemos estado nunca y, una vez más, por supuesto, tampoco estamos ahora. Vimos el pelo de la dehesa desde el minuto uno y, en consecuencia, sin importar que otros, sin entrar en profundidades, sí acepten estar en lo políticamente correcto, no hemos sido partícipes de algo que nos parece hecho exclusivamente para cumplir y no para avanzar, que podía haberse incluso implantado imponiendo y sin acuerdo alguno y que no íbamos a santificar con entusiasmo o ni siquiera ánimo, tras comprobar, desde el mismo inicio y tras no recibir los datos solicitados, que no hay ganas reales de profundizar en el estudio de la desigualdad y su corrección o combate, sino que se trata de cumplir con la obligación legal y punto. Y, dicho sea de paso, de empatar con Unicaja que, por supuesto, ya tenía hechos estos deberes. Por lo tanto: a éstos que les aplaudan los de siempre, que nosotr@s estamos para luchar y avanzar, no para hacer la ola. Punto y seguido.
Celebramos pues esta jornada como una piña, en representación de un colectivo de mujeres y hombres de bien, trabajadores, trabajadoras y bajo un mismo mando que, junt@s, deseamos sea cambiante y que cambie a mejor, por supuesto, comenzando por atajar los numerosos casos de desigualdad existentes, que hemos querido señalar para su erradicación y que, no nos extraña sino que nos ocupa, no han tenido la valentía, quizás por ser ingente tarea, de ponerse a solucionar.
Por tanto, felicitaros a todas y todos en esta jornada porque junt@s, sin pausa y sin diferencias, vamos a salir adelante. Aunque para ver frutos evidentes, nos tememos, tengan que venir los próximos.